¿Quién es pues el ser humano, qué es? ¿Acaso ha perdido un mundo anterior? Lo que la ciencia nos presenta hoy como la imagen del ser humano, ¿es el ser humano de verdad?
Viejas historias cuentan que, en el hundimiento de un mundo, una parte de la humanidad se convirtió en monos y otra parte en salvajes primitivos, seres ignorantes. ¿Somos sus descendientes? ¿Se pierde quizás la investigación en ese pasado? ¿Dónde está el trazado de los seres humanos anteriores a aquel cataclismo? ¿Podemos encontrarlos en excavaciones? ¿Podemos encontrar algo de aquellos tiempos en las personas de hoy? ¿O quizás, van las investigaciones científicas tan desencaminadas que no perciben nada de esos seres?
Las viejas historias cuentan insistentemente de la destrucción, del hundimiento de mundos; y una y otra vez surge la tierra después de un colapso con condiciones diferentes en cuanto a tiempo y espacio. Aun el universo, como parece, cambia de estructura; aparecen nuevas estrellas, desaparecen viejas. El físico de la persona cambia, ve y entiende de forma diferente. En el tratado de Eruvin (Talmud babilónico, pág. 53a), por ejemplo, se puede leer: El corazón de la gente de entonces era tan grande como el portal de grandes pabellones, el de la gente posterior como la puerta de una sala, pero el corazón nuestro es como el ojo de una aguja. Pensemos que esas palabras vienen de seres humanos cuyo entendimiento y comprensión eran increíblemente grandes y profundos. ¿En cuánto tiempo puede sufrirse tal caída, tal pérdida de comprensión?