Al leer el texto notamos de inmediato que lo contado muestra siempre una oposición. Los dos extremos son presentados como un dualismo. Al principio mismo, el cielo y la tierra como dos extremos. Sigue, en cada uno de los seis días en que se efectúa la creación según la Biblia, la expresión de estas oposiciones. En el primer día, la oposición entre la luz y la oscuridad. En el segundo día se habla de las aguas sobre la extensión (o firmamento), y de las aguas por debajo de ella. En el tercer día, en primer lugar, el agua y la tierra seca, y en el mismo día otra dualidad con la primera vida, la vida de las plantas, en cuanto a las plantas que llevan semilla y frutos.
El mismo principio sigue en el cuarto, quinto y sexto día. En el cuarto día, la gran luz del día encuentra su oposición en la pequeña luz de la noche; en el quinto día, hay vida de pájaros que vuelan en dirección del firmamento por encima de la extensión, y la vida de los animales por debajo de la extensión. En el sexto día sigue, en primer lugar, la oposición entre el ganado y los animales salvajes; y en el mismo día sigue otra creación, la del ser humano, y el dualismo está en el hecho, que la mujer aparece frente al hombre.
Si observamos el contenido de la historia de la creación, aunque sea solo superficialmente – limitándonos de momento al primer capítulo de Génesis- se nos confirma la impresión de que la creación es, de hecho, la creación de una dualidad en cada uno de los hechos creativos. Y por medio de la creación de esta dualidad, se nos presenta otra imagen doble, en primer lugar, no articulada pero luego de forma más clara: la dualidad de lo masculino y lo femenino.